Enredados en el Tiempo: Una Odisea Digital

Las redes son esas sutiles estructuras que, en algunos rincones del mundo, se usan para pescar, para atrapar peces que nadan en el vasto océano. Pero existen otras redes, invisibles y etéreas, que atrapan almas humanas. De esas redes quiero hablar hoy, de las redes electrónicas.

He pasado más de media vida entre redes. Primero, Ibertex, ¿quién se acuerda de aquello? El terminal parecía un Macintosh de mediados de los 80, con una tapa que escondía su teclado.  ¡Cuántas facturas llegaron a manos de mi madre! Luego, me aventuré en la vasta extensión de Internet. Corría el año 95, con un módem de 28.8 kbps llamando a un proveedor en Barcelona, Adam Internet se llamaba, aunque en esa época Arrakis era el rey de la escena. Recuerdo aquellas noches en que nos conectábamos con AOL, usando programas que generaban códigos mágicos para una conexión libre. Netscape era nuestro navegador; Internet Explorer aún no había nacido. Los servicios que usaba eran la web, IRC y news, tres ventanas al mundo. Gracias a IRC, conocí a almas de tierras lejanas, algunas de las cuales encontré en persona. Los buscadores eran Altavista, Yahoo y Lycos, y podíamos construir nuestros pequeños santuarios en Geocities, compartidos en barrios; el mío era West Hollywood.

Los años pasaron, no muchos, porque en este mundo digital el tiempo se escapa como arena entre los dedos, y un año se siente como un siglo.

Microsoft irrumpió en la web con fuerza, ofreciendo Internet Explorer y el creador de webs, Microsoft Frontpage.

A finales de los 90, llegaron las conexiones a precio de llamada local y las tarifas planas. Aún el internet móvil era un misterio y para conectarse se necesitaban, además de un ordenador, ciertos conocimientos para poder conectarse.

Entonces llegó Macromedia, revolucionando la web con Flash, inundándola de juegos y pequeños videos, como los de Cálico Electrónico o Happy Tree Friends.

La web comenzó a ganar protagonismo. El chat dejó de habitar solo en IRC y se mudó a la web, las news encontraron refugio en los foros, nacieron portales como Terra, Ya, Ozú, y sitios de locuras como El Rellano, Yonkis o El Rincón del Vago. Y no olvidemos la llegada de YouTube y de Google, aquel gigante que prometía no ser el demonio que hoy parece ser.

Los podcasts surgieron a finales de 2004, y Apple los promovió con fuerza a través del iPod y iTunes.

Los portales comenzaron a desvanecerse, dando paso a las redes sociales: MySpace, Fotolog, Tuenti, Vine, Ping, Google Buzz, Blogger y Facebook, que arrasó con todo a su paso.

Antes de Twitter, existió Odeo, del mismo creador, una forma en la que los oyentes podían mandar mensajes a los podcasters que no alcanzó el éxito esperado. Poco después, Twitter nació, y con él, algo comenzó a torcerse.

Las grandes empresas y magnates empezaron a comprar a sus competidores o a abrir nuevos mercados: Google compró YouTube, Microsoft adquirió LinkedIn, Facebook se apoderó de WhatsApp e Instagram, Elon Musk compró Twitter.

Internet se convirtió en un lugar donde pocas empresas controlaban cada vez más, usando su poder para manipular, cambiar elecciones y presidentes… el escándalo de Cambridge Analytica y el Brexit, Pizzagate, las fake news, la extrema derecha, Donald Trump, Bolsonaro, Vox… el fascismo encontró en las redes sociales un campo fértil para sembrar su odio e intolerancia.

Y aquí estamos hoy, julio de 2024, en los albores de la inteligencia artificial. Sin embargo, la gente empieza a descubrir otros movimientos como el Fediverso. La gente empieza a reclamar su pedazo de Internet en casa, lejos del control y la censura de las grandes compañías. Por ahora, es un mundo para los conocedores, pero en un futuro próximo será una tecnología accesible para todos.

¿Qué nos depara el futuro? Veo un mundo con más control por parte de los gobiernos y grandes empresas, pero también veo un despertar, utilizando redes independientes, la evolución del Fediverso, y una IA cada vez más presente en nuestras vidas. Quizás, un futuro donde nuestros gestores basados en IA hablen entre ellos, liberándonos para disfrutar de la verdadera esencia de nuestra existencia:

LA VIDA.

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