Dos años tarde

Llegué corriendo en la recepción del hospital, por suerte no había nadie haciendo cola así que la enfermera me atendió enseguida.

– Necesito ver a mi padre – dije mientras intentaba recobrar el aliento.
– ¿Su padre? ¿cómo se llama? – dijo la enfermera mientras seguía su mirada en la pantalla de su ordenador.
– Climent, no hace mucho estaba en la UCI y vengo desde muy lejos para verlo.

La enfermera apenas se dignó a mirarme a los ojos, seguía en la pantalla de su ordenador, ajena a su entorno.

– Tendrá que rellenar estos documentos -dijo mientras casi de forma autómata me entregaba un pequeño manojo de papeles junto con un bolígrafo – luego recuerde que tendrá que usar mascarilla, antes tendrá que lavarse las manos, ponerse una solución desinfectante,…
– ¿No lo entiende? firmaré lo que sea y haré lo que usted me pida pero por favor, quiero ver a mi padre, hace dos años que no lo veo – dije casi gritando y llorando a la vez. Estaba desesperado.

Justo cuando terminé la frase, esos «dos años que no lo veo», la enfermera levantó la mirada, su cara le cambió por completo. Pasó de ser una persona indiferente a una persona afectiva.

– ¿Dos años? – me dijo con una dulce voz.
– Sí – le dije yo mientras intentaba secarme las lágrimas – vivo en Suecia y he venido lo más rápido que he podido.
Mi miró a los ojos, respiró profundamente y dijo: – Lo siento.

En ese momento di un paso atrás, algo no encajaba ahí, ese «lo siento» me recordaba a algo que había vivido.

Todo a mi alrededor se desvaneció, no era real, era un sueño.

Desde la última vez que vi a mi padre habían pasado más de dos años, pero no habían pasado apenas 2 cuando mi padre murió, pocas horas después de que llegara desde Estocolmo de madrugada.

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