Radiografía de un armario

Como cada mañana uno tiene por costumbre mirar los tweets que se he perdido durante la noche y si es de lunes a viernes se hace de camino al trabajo, de esta manera me entero de las últimas noticias y de lo que dicen los twitteros que sigo, entre ellos al gran Mikel Iturriaga, responsable del blog de «El Comidista» (lo descubrí ya estando aquí en Suecia durante los primeros meses de estancia y gracias a un programa de TV).

«A todos los que me vengan con lo de “no hables de tu orientación sexual, no le importa a nadie”, les voy a pasar este emocionante artículo de @azamarreno, con el que no me puedo sentir más identificado. «

@mikeliturriaga

Acompañado del enlace a este artículo: «A un niño de diez años asustado«

Normalmente las lecturas me las reservo para más tarde porque normalmente voy bastante dormido pero como esta mañana entraba un poco más tarde a trabajar me he animado a leer el artículo porque si Mikel lo recomienda, será por algo.

Así que estimado lector o lectora, si no has leído el artículo por favor, léelo antes de continuar porque seguramente haga alguna referencia a él. Te va a encantar y lo devorarás en minutos.

Aquí tienes de nuevo el enlace: https://ctxt.es/es/20190320/Firmas/25122/homosexualidad-adolescencia-instituto-alvaro-zamarre%C3%B1o.htm

¿Ya lo has leído? Prosigamos.

¿No te ha pasado que un olor, una frase, una foto desencadena en tu cabeza un aluvión de recuerdos y sensaciones que pensabas que habías olvidado? pues este artículo me ha provocado lo mismo, mi sexualidad y la salida del armario.

Como al protagonista del artículo, Álvaro, yo tuve unos inicios muy parecidos, me ha hecho especial gracia cuando le producía una reacción de  miedo y satisfacción cuando en una película sobre un college inglés veía como castigaban a unos niños azotándoles en sus nalgas desnudas. A mí me pasó algo bastante parecido, en vez de ser una película era un cómic, en vez de ver unas nalgas desnudas eran unas abdominales totalmente marcadas, y los azotes eran latigazos. Puede parecer muy salvaje pero era un cómic de lo más inocente ya que era un pequeño libro para jóvenes donde contaban la vida de Jesucristo. La de veces que vi ese capítulo titulado «La Pasión de Cristo», no entendía muy bien el significado, debería de tener 8 años, pero en mí despertaba cierta pasión hacia el cuerpo masculino.

La EGB la pasé principalmente en un colegio de monjas, recuerdo que era un tanto especial, desde los 5 años que tocaba el piano y las monjas me pedían que de vez en cuando tocara el órgano de la capilla, siempre llevaba una melódica encima, una especie de flauta pero en vez de agujeros tenía un pequeño teclado, tenía muy buenas notas y era el protegido de la clase. Allí jugando con mis amigos empezamos a descubrir nuestra sexualidad, eran juegos inocentes. Finalizado 5º de EGB y con 11 años dejé esa escuela debido a una queja de las monjas por verme «demasiado curioso y creativo».

Los últimos 3 cursos de la EGB los pasé en otra escuela pero seguí teniendo contacto con alguno de mis amigos, cuando quisimos seguir jugando a esos mismos juegos de infancia sentí que tenían otro carácter, ya no eran tan inocentes pero no les presté atención, eran divertidos y pensaba «¿qué tiene de malo pasar un rato divertido?». Esos mismos años descubrí gracias a una amiga lo que era la masturbación.

Empecé BUP y cómo cuenta Álvaro, al ser un poco gordito tambien era  invisible a los ojos de mis compañeros que empezaban a salir con chicas. 

Durante esos años mis padres compraron un pequeño terreno en la provincia de Tarragona con algunos almendros, alquilamos un apartamento en un pequeño pueblo cercano y empecé a socializar con los niños y niñas que allí vivían. Recuerdo que conecté enseguida con una chica, tenía más o menos la misma edad que yo, pelo corto y con mucha energía, no recuerdo su nombre pero hubiera podido ser mi novia, pero no lo fue y es que había algo en mi que no sentía esa pasión física como la que sentía con el cómic de la sala de catequesis.

En 2o. de BUP tuve a un amigo, una vez estudiando en casa me confesó que a veces sentía algo por los chicos, tuve la misma sensación que Álvaro, alguien que me podía entender y yo le confesé también que sentía lo mismo, fue más un juego que un acto sexual en sí, pero eso me hizo sentir mal, aunque no había habido sexo sentía que había tenido una experiencia homosexual plena, me sentí tan mal que no le hablé en varios días hasta que me pidió perdón por haberme confesado su secreto. Al cabo de unos días tuve un sueño donde aparecía una chica y recuerdo despertarme pensando «ves, no eres homosexual, has soñado que te has enrollado con una chica», pero por otro lado seguía teniendo deseos por estar con un chico.

Cambié de escuela y me inscribí al Instituto Investigador Blanxart de Terrassa (Barcelona), como estaba trabajando en el negocio de mis padres decidí seguir el bachillerado en horario nocturno. Aun seguía teniendo curiosidad por mi sexualidad, ¿era homosexual? ¿bisexual? y si lo era, ¿qué cambiaba en mi vida? necesitaba respuestas pero me daba miedo preguntar, estábamos en 1990 y no había internet así que la información que me llegaba no era precisamente la que estaba buscando, pero eso cambió, durante la primera clase de religión de 3o de BUP el cura nos pidió un trabajo de fin de curso y nos dio una lista con varios temas, nos dijo que podíamos hacer el trabajo en solitario o en grupo y ¡oh, sorpresa! había un tema en esa lista titulado «Homosexualidad», quise hacer ese trabajo desde el minuto uno pero me daba miedo hacerlo en solitario, como nos dio unos días para pensarlo estuve preguntando a mis compañeros que tema habían escogido, entre ellos un chico y una chica habían elegido «Sexualidad», y les sugerí hacer el trabajo juntos pero añadiendo el tema «homosexualidad» el cual me encargaría yo. Crucé los dedos para que aceptaran y así fue. Durante todo el curso empezamos a buscar fuentes, leer artículos y yo me centré en lo que quería conocer. Durante ese año con la excusa de la tarea de fin de curso hice un trabajo de investigación para conocer más sobre la homosexualidad y en el fondo, descubrirme a mi mismo. 

Empecé buscando información en el cine, la primera que fui a ver fue «Compañeros Inseparables» no es que sea una buena película para empezar a investigar pero fue la primera película en la que vi a dos chicos besándose y me pareció lo más bonito que había visto en mi vida. «Compañeros Inseparables» es un película producida en 1989 y ambientada en los momentos más duros del VIH. Le siguió «Maurice» de 1987 y «Sebastiane» de 1976. En las páginas amarillas empecé a buscar organizaciones y asociaciones de homosexuales y di con el Casal Lambda de Barcelona, pedí cita para una entrevista a su fundador Armand de Fluvià i Escorsa y me la concedió, fue muy amable y recuerdo que al despedirme le pedí si podía darme algún panfleto o revista que tuviera la asociación para tener más información y sí, me dio una que aun recuerdo como si fuera ayer.

Ya a punto de finalizar el trabajo se me ocurrió una idea, hacer una encuesta en el instituto preguntando a los alumnos de forma anónima ciertas preguntas relacionadas con la sexualidad para ver hasta que punto conocían nuestros compañeros sobre los temas que habíamos elegido: sexo y homosexualidad. Le preguntamos a nuestro profesor para que nos diera la aprobación y empezamos a repartirlas. Fuimos clase por clase a entregarlas y la acogida fue muy buena hasta que la directora de estudios nos llamó a su despacho, echa una furia nos prohibió hacer esa encuesta, se nos abrió un expediente y estaban pensando en expulsarnos de la escuela, pero al final y gracias a nuestro profesor de religión llegamos a un trato, no seríamos expulsados si no publicábamos la encuesta.

Presentamos el trabajo y nos dieron la nota, un 10. No podía estar más satisfecho tanto por el trabajo como todo lo que había aprendido de mí mismo. Ya no tenía miedo de ser gay u homosexual. Hicimos varias copias de ese trabajo, una la entregamos a la biblioteca de la escuela, que no sé si a día de hoy estará disponible. Sobre la encuesta prohibida, no recuerdo exactamente los resultados pero lo que sí que recuerdo es que más o menos un 10% de los estudiantes tenía relaciones homosexuales de forma habitual, eso me hizo ver que entre todos los estudiantes que me cruzaba por el pasillo cada día, 1 de cada 10 era como yo.

Por muy raro que te sientas, por muy diferente que creas ser, habrá más gente como tú. No estás solo.

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