Relato: Karma

Hace unos días tuve una de las conversaciones más surrealistas que he tenido y me encantaría compartirla con todos vosotros y vosotras.

Todo empezó hace unas semanas cuando publiqué un tweet sobre el karma y cómo algunos tienen lo que se merecen y otros, aunque se lo merezcan, tienen mucha suerte esquivando a la justicia de la vida. A los pocos minutos recibí un mensaje privado de alguien que quería contactar conmigo porque quería contarme algo muy importante. En un principio no le presté mucha atención y no le respondí, no debía de haberlo hecho, porque justo cuando cerré la tapa del ordenador ignorando su petición, la taza de café de derramó encima del portátil. Al salir de casa tropecé y al caer por las escaleras me rompí una pierna. En ese momento a parte de notar el hueso roto, noté que algo vibraba en mi pantalón, era una notificación de Twitter, tenía un mensaje privado.

– No te preocupes, en un mes tienes esos huesos bien.

Ahí es cuando empezó mi ataque de ansiedad. No sólo me habían hackeado el teléfono sino que habían hackeado mi vida.

– ¿Qué quieres? – le escribí cómo pude tumbado en el suelo con mi pie izquierdo apuntando en el lado opuesto al pie derecho.
– Mamá, mejor que llamemos a la ambulancia – dijo la vecina del primero mientras me veía desde su rellano.

En ese momento me desmayé.

Al rato desperté, estaba tumbado en una camilla del hospital y tenía ya mi pie escayolado. Sin pensarlo dos veces me puse la mano en el bolsillo buscando mi teléfono pero me los habían quitado. ¿Dónde está mi teléfono?

– ¿Buscas esto? – dijo la enfemera.
– Sí. ¿Qué ha pasado? – pregunté yo.
– Que te has caído bajando las escaleras y te has roto la tíbia y el peroné de la pierna izquierda y te has rasgado los tarsianos. Nunca había visto tal ostión por caer por las escaleras, pero no te preocupes que en un mes estarás recuperado. – Dijo la enfermera.
– Un mes – alguien me había dicho lo mismo. – ¿Me podrías pasar mi móvil por favor?
– ¿Llamas a tu novia? ¿a tu madre? – me dijo la enfermera mientras me devolvía el móvil.

No la respondí, quería ver si tenía una respuesta a la pregunta «¿Qué quieres?», y sí, la tenía, la respuesta decía «quiero que me entrevistes en tu podcast».

El teléfono tenía un 4% de batería, así que no tenía mucho tiempo si quería respuestas. «¿Quién eres?» le pregunté. A los segundos respondió «soy tu karma». La enfermera seguía esperando.

– ¿Cuándo me dais el alta? – pregunté
– Antes necesitarás unos pantalones. ¿Qué hacemos con estos?, ¿le corto el camal izquierdo o llamas a alguien para que te traigan otros pantalones?.
– Estos mismos. – Y la enfermera se llevó a amputar mis pantalones.

Una vez se fue de la habitación seguí con el teléfono. «¿Cómo contacto contigo?, Whatsapp, Telegram, Line,…» escribí yo. A los segundos tenía la respuesta «Hoy a las 21.00 te llamo por Teams y me entrevistas.»

Sólo quedaba esperar y hablar con esa misteriosa persona que decía llamarse mi karma.

Una vez en casa y con un pantalón sin camales, ya que cuando cortaron el primero se equivocaron y cortaron el incorrecto, encendí el ordenador del despacho ya que el portátil había quedado inutilizado por el café de la mañana.

A las 21.00 en punto Teams recibió una llamada, debería de ser mi Karma. Empecé a grabar la conversación en ese momento.

– Hola – dije yo tras descolgar y activar sólo el audio.
– Hola Dani, ¿qué tal está la pierna? ¿y el portátil? – dijo una voz desde los altavoces del ordenador. No había activado tampoco la cámara.
– ¿Cómo sabes de mi pierna y del portátil?
– Te lo he dicho antes, yo soy tu Karma.
– ¿A qué te refieres con «mi karma»? – pregunté un tanto molesto por tanto misterio.
– ¿Sabes lo que es el karma?, hablaste de ello en un tweet no hace mucho, ayer creo.
– Claro que lo se.
– Pues te doy la posibilidad de entrevistar a un Karma para tu podcast.
– Pero esto es muy surrealista, no se, ¿por qué yo? hay otros podcasts que hacen entrevistas muy buenas y al nivel surrealista que estamos teniendo.
– ¿Te refieres a «El Descampao»?, pensé en él, no te digo que no, aquí todos lo escuchamos pero ahora está con un especial de varios capítulos, tan largo como el especial vikingos y meterle presión pues no me parecía correcto, y como tú publicas de higos a brevas, pues por eso te he elegido cómo entrevistador.
– Por una parte me alaga pero por otra, ¿era necesario joderme el portátil y romperme la pierna?
– Es que si no lo hubiera hecho así, no me hubieras respondido.
– Quizás, no lo se. A ver, empiezo a grabar la conversación.
– Mientes, la has empezado justo cuando has recibido la llamada.
– Perdón, así que me vigilas.
– Claro, somos el Karma y vigilamos a todo el mundo.
– ¿A todo?
– Bueno, a todo, todo no, sino que vamos por rondas, tenemos falta de personal y hacemos lo que podemos.
– Empecemos por el principio. ¿Cómo se llama?
– Benito
– ¿Y usted se dedica a…?
– Yo soy el justiciero de la vida, soy el karma, el que castiga y recompensa los actos de los humanos.
– Vaya, es como Dios.
– No exactamente, somos una subcontrata, cómo no tiene suficiente tiempo para estar por todos los seres vivientes del universo pues nosotros somos una especie de representantes, aunque directamente no tenemos nada que ver.
– Vaya, me está diciendo que Dios existe.
– Bueno, no es el Dios que ustedes se piensan, es más bien un programador.
– ¿Somos una simulación?
– Bueno, algo parecido pero no exactamente.
– ¿No me puede decir algo más concreto?
– Es que usted no podría asimilarlo, es cómo si intentara explicarle a un perro física cuántica.
– Vale, dejemos ese tema.
– Mejor, mejor.
– Así que usted es el Karma y se dedica a castigar y recompensar lo que hagamos aquí en la tierra. ¿Es correcto?
– Sí, exacto.
– ¿Está usted solo?
– No, somos 33.
– ¿Solo 33 para toda la humanidad?
– Bueno, algunos comparten su obligaciones con un par de planetas más pero sí, sólo 33.
– Pero claro, con 33 no llegan a cubrir toda la población, supongo que trabajarán las 24 horas, ¿no?
– Ni mucho menos, trabajamos 8 horas diarias y nos vamos turnando, usted que se cree, ¿que somos esclavos?
– No, no, perdone, pero ¿cómo pueden 33 personas, que me imagino serán 11 por jornada laboral, cubrir a 7 mil millones de personas?
– Es que no podemos con todo, son demasiados.
– Ahora entiendo porque algunos se escapan del mal karma.
– Ah, ahora lo entiende.
– ¿Y cómo lo hacen?
– Pues de forma aleatoria elegimos a una persona y la seguimos durante una hora terrestre más o menos, si en ese tiempo hace algo bueno, se le recompensa, si hace algo malo, se le castiga y ese es nuestro trabajo. Hay veces que pues damos rápidamente con el malechor, en cambio en otros podemos tardar años en darle su merecido. Por ejemplo, hasta que no dimos con el pintor vienés pasaron varios años.
– Ni que lo diga, tardaron más de 6 años
– Si, pero al final le dimos su merecido.
– Si no digo que no, pero ¿6 años?
– ¿Usted que quiere con 11 personas por jornada laboral?
– Pero ¿por qué no piden más recursos? ¿más personal?
– Usted se cree que no lo hemos hecho, hace más de 2000 años que reclamamos más personal pero nada, los de arriba no paran de recortar presupuesto y ustedes no paran de multiplicarse. Paren ya, que no damos a más. Es por eso que yo estoy aquí, estamos que no podemos. La presión va en aumento y no queremos que vuelva a pasar lo del diluvio.
– ¿Lo del diluvio?
– Sí, ustedes lo llamaron Diluvio Universal, eso fue Frumencio, de tanta presión perdió la cabeza y aplicó a todos el mismo jarabe, los de arriba se enfadaron y lo despidieron. Ahora ya no podemos hacer esas cosas, si por nosotros fuera… no serían más de 10.000 humanos pero claro, en eso no podemos hacer nada.
– Así que su mensaje es que nos portemos bien y que no procreemos tanto.
– Equilicuá
– Eso está muy anticuado
– Pues aquí lo está petando. Lo que quiero decir es que tiene toda la razón, hagan el favor de vivir en paz, de ser más felices, no hagan aquello que no quieren para ustedes mismos, si todo el mundo pensara así incluso podríamos reducir más personal e incluso tomar vacaciones que hace miles de años que nadie puede cogerse ni un día libre.
– Pero trabajar más de 8 horas no.
– Eso no, hay que descansar porque este trabajo cansa mucho.
– Me lo imagino. Pues bien, muchas gracias por contactar conmigo y que quede aquí el mensaje
– No, gracias a usted por darme la oportunidad de entrevistarme.
– Bueno, le recordaré que me ha jodido el portátil y me ha roto la tibia y el peroné.
– Y también te he rasgado tarsianos, pero tranquilo que en un mes estarás recuperado.
– Bien, pues muchas gracias y ya sabéis, sed buenos.
– Eso, eso. Hasta luego y que sepan ustedes que lo vemos todo.

Así terminó esa conversación. Desde entonces no he sabido nada más de Benito, me imagino que seguirá trabajando y siguiendo la vida de algún humano seleccionado de forma aleatoria. Espero que con esta entrevista os haga pensar un poco que aquí estamos el tiempo que estamos, algunos más, otros menos pero al fin y al cabo venimos aquí para pasar un rato y ya que estamos, seamos felices pero sin dañar a los demás, porque al fin y al cabo todos somos parte de este universo, todos venimos del mismo destello que formó todo lo que nos rodea.

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