Capítulo 3 del relato de ciencia ficción «Código fuente»
Tras frotarse las manos, Juan intentó decir algo pero se quedó dubitativo.
– ¿Qué pasa? – preguntó la inteligencia artificial.
– Estaba pensando en que tengo que ser muy cuidadoso con lo que pido porque podría desencadenar algo no deseado en mi persona o en mi entorno, ¿no es así?. Por ejemplo, si te pido que pares el tiempo, que no te lo pido, es solo una pregunta, yo también quedaré parado a no ser que te diga que yo no lo esté, pero también estaría paralizado porque el aire a mi alrededor estaría paralizado y podría morir asfixiado.
– Exacto.
– Pues habrá que poner unos sistema de seguridad para que eso no pase. – dijo Juan mientras sacaba una libreta y un bolígrafo del primer cajón de su escritorio.
La libreta estaba muy poco usada, sólo tenía escritas las primeras páginas. Juan tras comprobar que no había ninguna página escrita al final o en medio de la libreta arrancó las que ya habían sido usadas.
Con un bolígrafo escribió en letras mayúsculas «Reglas» en la parte superior de la primera página.
– Aquí apuntaré las reglas para asegurar que lo que pida no me lleve a la muerte o algo peor. Y ahora que pienso, esto se parece mucho a estar pidiendo deseos al genio de la lámpara. – dijo Juan mientras soltaba una pequeña risa. – Empezamos en cómo hay que hacer una petición para que luego no haya malas interpretaciones.
Juan empezó a escribir una lista encabezada por puntos
- Los deseos se piden en voz alta, suficientemente audible a una distancia de 1 metro de un sistema auditivo normal de un adulto humano.
- Los deseos o peticiones al sistema empiezan con «Atención, petición» y finalizan «fin de la petición».
- En el caso que el deseo o petición pueda suponer la muerte, daño físico y/o psiquico tanto a mi persona como a otro ser vivo se me tiene que notificar antes de llevarse a cabo.
- En el caso de que quiera llevar a cabo el deseo o petición a pesar de la advertencia diré «ejecutar petición».
- En el caso de que quiera cancelar el deseo o petición diré «cancelar petición»
– Disculpa – dijo en voz alta Juan – ¿Sería posible tener una especie de app en el móvil para hacer estas peticiones?
– Sí, claro. – dijo la IA
– ¿Y quién lo va a diseñar? – Preguntó Juan
– Puede diseñarlo un programador de aplicaciones o incluso varios, poner la petición en su sistema neuronal y nos generaría una aplicación tal y como la crearía esa o esas personas en el caso que fuera su trabajo y todo eso sin que ellos se den cuenta.
– Wow, increíble. Pues basado en las directrices que hay en esta página genera una aplicación para pedir deseos en esté teléfono. – Dijo mientras sacaba su teléfono inteligente de sus bolsillo – Ah, y hazlo a prueba de cuelgues, batería ilimitada, siempre con cobertura e irrompible.
– Hecho. – dijo casi al instante.
– ¿Ya? – dijo Juan sorprendido.
– Sí. Mira tu teléfono.
Juan desbloqueó el teléfono y vio una nueva aplicación llamada «Deseos» con un icono de una lámpara mágica. Juan soltó una carcajada. Pulsó la aplicación y se abrió con un efecto que parecía que se abría desde la tapa de la lámpara.
En la pantalla había un botón redondo en el centro de la pantalla con un símbolo + en el centro.
– Es increíble – dijo Juan sorprendido.
– Mantén pulsado el botón mientras haces la petición, no tienes que dicer nada antes ni después, sólo mantén pulsado el botón hasta que finalices- dijo la IA.
Juan pulsó el botón y en voz alta dijo: – Que aparezca encima de mi mesa una taza con un te Earl Gray a 85ºC. – Soltó el botón.
Acto seguido el deseo le aparecía en pantalla en formato texto. Al final de la linea aparecía un «tic» verde y dos botones en la parte inferior, uno verde y otro rojo.
– El «tic» verde significa que es una petición segura, si fuera amarilla sería peligrosa para terceras personas y roja peligrosa a tu persona. En ambos casos saldría en pantalla los motivos y yo te los explicaría. El botón verde es para ejecutar el deseo y el rojo es para cancelarlo. Luego tienes un botón con el historial de todos los deseos con la opción de repetirlos o borrarlos, es decir, revertirlos.
– Muy inteligente – dijo Juan.
Juan leyó de nuevo el deseo y apretó el botón verte. Acto seguido una taza de cristal con un líquido rojizo humeante, aparentemente el te que había pedido, apareció encima de su mesa. Juan cogió la taza por la pequeña asa y dio un modesto sorbo para intentar no quemarse.
– ¡Funciona! – gritó Juan.
Juan miró el teléfono y sonrió.
– En mi mano tengo el poder el universo, más responsabilidad no se puede tener. ¿Qué puedo pedir?
– Lo que quieras. – respondió la IA
– Si salimos de esta habitación ¿cómo te vas a comunicar conmigo? ¿desde el teléfono?
– Sí, así es.
– Pero todo el mundo podrá escucharte.
Juan apretó el botón central de la aplicación y dijo. – Sólo yo podré escucharte y la información sonora me llegará directamente al cerebro. – soltó el botón, apareció un tic verde y apretó el botón para confirmar la petición.
De esta manera no dependería de un altavoz y aunque estuviera en un lugar ruidoso siempre escucharía la voz de la inteligencia artificial sin depender de elementos externos.
– Vamos a cambiar el mundo. – dijo mientras cogía su chaqueta y salía del laboratorio.