Fue cruzar la puerta y sentirse aliviado, respirar tranquilo de miradas insidiosas, de insultos e incluso de tener que correr por miedo a ser agredido.
– Marcos, sí que has llegado temprano, ¿no era tu día de toros? – dijo Óscar sentado en una butaca mientras se estaba tomando un té.
– Perdona, siento no haberte avisado antes pero he tenido la suerte de librarme de ellos. – dijo mientras colgaba su abrigo en una de las perchas vacías que colgaba de un largo perchero lleno de abrigos de todo tipo, forma y color. – dame un minuto que voy a quitarme las lentillas.
– Ya me dirás cómo te has librado pero tranquilo, no hay prisa – dijo Óscar mientras sacaba cómo cada miércoles un tablero de ajedrez de la estantería que tenía a su lado.
A pesar de estar en un lugar seguro, ver el baño vacío le tranquilizó para así poderse quitar esas molestas lentillas de color castaño oscuro.
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