Espero equivocarme con Suecia

Estamos viendo en las últimas semanas que los suecos van muy tarde ante el coronavirus, que a pesar de que tanto Noruega o Dinamarca cerraran fronteras hace una semana, Suecia sólo prohibía concentraciones de más de 500 personas pero la gente seguía entrando y saliendo del país por avión (especialmente Suecos que volvían de esquiar provenientes del norte de Italia, algunos de ellos trayendo el virus consigo dicho por el mismísimo responsable y cabeza del operativo sueco) o celebrando fiestas con un aforo inferior de 499 personas.

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Relato: La cura (Cap. 1)

De nuevo un nuevo relato para que vuestros días de cuarentena se hagan más llevadoros.

¿Cómo te gustaría que siguiera este relato? hazlo en los comentarios de esta entrada.

– Bueno, ya me diréis – Dijo Nicklas entrando en el laboratorio de la sexta planta del hospital Karolinska de Estocolmo. En él estaban sentados en un par de taburetes Björn, jefe del laboratorio y Sandra, jefa del departamento de genética.

– Será mejor que se siente – Dijo Sandra mientras abría un nutrido y grueso sobre del cual empezó a sacar varios documentos.

– ¿Donde está el resto del equipo? – Dijo el director del hospital al ver que el laboratorio estaba vacío.

– Les hemos dado una hora libre mientras tenemos esta reunión. – Dijo Björn.

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10 años Haciendo el Sueco: Cap. 4: 10 de febrero de 2010

Esto es lo que pasó el 10 de febrero de 2010, el día que llegué a Suecia.

Miles de gracias a @todojingles por su gran, gran, gran voz. Un fuerte abrazo.

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Relato «Fin»

A pesar de que Javier ya estaba jubilado seguía levantándose como siempre bien temprano, siguiendo casi sus misma rutinas, la única diferencia era que en vez de ir a trabajar como profesor en la universidad se pasaba el día encerrado en el despacho que había habilitado en la que había sido la caseta de los trastos del jardín.

Dentro del pequeño habitáculo sin ventanas había una mesa de escritorio
con un potente ordenador portátil encima, un aire acondicionado portátil, una
estantería llena de libros de astronomía, un antiguo emisor y receptor de radio
aficionado, una foto enmarcada de Saturno que había hecho Javier y en una
esquina su más preciado juguete, un telescopio Mak 150 con el que pasaba
horas y horas mirando la bóveda celeste y haciendo vídeos y fotografías que
luego compartía en sus redes sociales.

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