HES3: Embarazo, maternidad y paternidad

Cuando se decide vivir en un país extranjero, hay muchas cosas que considerar, pero ¿qué pasa cuando se tiene hijos? ¿Cómo es criar a tus hijos en una cultura diferente a la tuya? ¿Qué desafíos y oportunidades se presentan en el camino? En este episodio, exploraremos estas preguntas y mucho más a través de las historias y experiencias de expatriados e inmigrantes que han pasado por este proceso. Ya sea que estés pensando en convertirte en emigrar a otro pais o que ya tengas hijos en un país extranjero, ¡este episodio es para ti!.

Primera parte porque vendrán más adelante más personas que nos contarán sus experiencias desde otros países.

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La Gran Catedral

Nadie podía escapar de la imponente presencia de la Gran Catedral, adornada con majestuosas estatuas representando a Jesús, sus apóstoles y a la Virgen María. La puerta estaba siempre abierta a quien quisiera entrar y siempre había gente en los confesionarios, algunas veces incluso se creaban colas para reconciliarse con Dios. Las misas eran multitudinarias, especialmente los días especiales que obligaban a decenas de feligreses a seguirlas desde la calle.

El interior estaba decorado con gran esmero, usando materiales de primera con detalles realizados en oro y piedras preciosas. Algunas figuras habían sido talladas por grandes artistas haciendo que la Gran Catedral tuviera un encanto único en el mundo.

En el exterior, a lado de la girola se erigía un gran campanario. La gran torre acogía 4 majestuosas piezas de bronce con aleación de plata. Pero a pesar de la gran majestuosidad de las campanas, nadie podía escucharlas debido al gran ruido que provocaba la ciudad. No era el tráfico el responsable de que el repicar de las campanas pasara desapercibido, no. El ruido que enmudecía los sonidos de la Gran Catedral eran las explosiones, tiros y gritos de toda la violencia que la rodeaba.

Robos, atracos, asesinatos, ajustes de cuentas y otros tantos delitos que luego eran perdonados por la gracia de Dios, del Dios de los hipócritas.

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HES2: Comida y expatriados

Muy buenas, soy Dani y cómo dice la canción  de la nueva sintonía, välkomen åter, bienvenido, bienvenida de nuevo.

Hoy exploraremos la relación entre la comida y la vida de los expatriados. En este programa, hablaremos sobre cómo la comida ha influido en nuestras vidas en el extranjero. Desde la búsqueda de ingredientes locales y la recreación de platos típicos de su país de origen hasta la exploración de la cocina local y la adaptación a nuevos sabores, descubriremos las experiencias gastronómicas de los expatriados en todo el mundo. También discutiremos la importancia de la comida como parte de la identidad cultural y cómo la comida puede ayudar a los expatriados a conectarse con su hogar y con la sociedad anfitriona. Así que, únete a nosotros en “Haciendo el sueco» y prepárate para un viaje delicioso y emocionante.

Pastafari / Plantados en Estocolmo (Spotify)

Los enlaces de Teresa: https://linktr.ee/expattere

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Haciendo el sueco RELOADED

Volvemos a los orígenes pero recargados, después de exactamente 13 años viviendo en Suecia.

Hoy hablamos de los primeros días, de esos primeros momentos de un expatriado y lo hacemos con la ayuda y colaboración de Edu del podcast Ensuizados y Verónica.

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Código fuente: Capítulo 3 · Reglas del juego

Capítulo 3 del relato de ciencia ficción «Código fuente»

Tras frotarse las manos, Juan intentó decir algo pero se quedó dubitativo.

– ¿Qué pasa? – preguntó la inteligencia artificial.
– Estaba pensando en que tengo que ser muy cuidadoso con lo que pido porque podría desencadenar algo no deseado en mi persona o en mi entorno, ¿no es así?. Por ejemplo, si te pido que pares el tiempo, que no te lo pido, es solo una pregunta, yo también quedaré parado a no ser que te diga que yo no lo esté, pero también estaría paralizado porque el aire a mi alrededor estaría paralizado y podría morir asfixiado.
– Exacto.
– Pues habrá que poner unos sistema de seguridad para que eso no pase. – dijo Juan mientras sacaba una libreta y un bolígrafo del primer cajón de su escritorio.

La libreta estaba muy poco usada, sólo tenía escritas las primeras páginas. Juan tras comprobar que no había ninguna página escrita al final o en medio de la libreta arrancó las que ya habían sido usadas.

Con un bolígrafo escribió en letras mayúsculas «Reglas» en la parte superior de la primera página.

– Aquí apuntaré las reglas para asegurar que lo que pida no me lleve a la muerte o algo peor. Y ahora que pienso, esto se parece mucho a estar pidiendo deseos al genio de la lámpara. – dijo Juan mientras soltaba una pequeña risa. – Empezamos en cómo hay que hacer una petición para que luego no haya malas interpretaciones.

Juan empezó a escribir una lista encabezada por puntos

  • Los deseos se piden en voz alta, suficientemente audible a una distancia de 1 metro de un sistema auditivo normal de un adulto humano.
  • Los deseos o peticiones al sistema empiezan con «Atención, petición» y finalizan «fin de la petición».
  • En el caso que el deseo o petición pueda suponer la muerte, daño físico y/o psiquico tanto a mi persona como a otro ser vivo se me tiene que notificar antes de llevarse a cabo.
    • En el caso de que quiera llevar a cabo el deseo o petición a pesar de la advertencia diré «ejecutar petición».
    • En el caso de que quiera cancelar el deseo o petición diré «cancelar petición»

– Disculpa – dijo en voz alta Juan – ¿Sería posible tener una especie de app en el móvil para hacer estas peticiones?
– Sí, claro. – dijo la IA
– ¿Y quién lo va a diseñar? – Preguntó Juan
– Puede diseñarlo un programador de aplicaciones o incluso varios, poner la petición en su sistema neuronal y nos generaría una aplicación tal y como la crearía esa o esas personas en el caso que fuera su trabajo y todo eso sin que ellos se den cuenta.
– Wow, increíble. Pues basado en las directrices que hay en esta página genera una aplicación para pedir deseos en esté teléfono. – Dijo mientras sacaba su teléfono inteligente de sus bolsillo – Ah, y hazlo a prueba de cuelgues, batería ilimitada, siempre con cobertura e irrompible.
– Hecho. – dijo casi al instante.
– ¿Ya? – dijo Juan sorprendido.
– Sí. Mira tu teléfono.

Juan desbloqueó el teléfono y vio una nueva aplicación llamada «Deseos» con un icono de una lámpara mágica. Juan soltó una carcajada. Pulsó la aplicación y se abrió con un efecto que parecía que se abría desde la tapa de la lámpara.

En la pantalla había un botón redondo en el centro de la pantalla con un símbolo + en el centro.

– Es increíble – dijo Juan sorprendido.
– Mantén pulsado el botón mientras haces la petición, no tienes que dicer nada antes ni después, sólo mantén pulsado el botón hasta que finalices- dijo la IA.

Juan pulsó el botón y en voz alta dijo: – Que aparezca encima de mi mesa una taza con un te Earl Gray a 85ºC. – Soltó el botón.

Acto seguido el deseo le aparecía en pantalla en formato texto. Al final de la linea aparecía un «tic» verde y dos botones en la parte inferior, uno verde y otro rojo.

– El «tic» verde significa que es una petición segura, si fuera amarilla sería peligrosa para terceras personas y roja peligrosa a tu persona. En ambos casos saldría en pantalla los motivos y yo te los explicaría. El botón verde es para ejecutar el deseo y el rojo es para cancelarlo. Luego tienes un botón con el historial de todos los deseos con la opción de repetirlos o borrarlos, es decir, revertirlos.
– Muy inteligente – dijo Juan.

Juan leyó de nuevo el deseo y apretó el botón verte. Acto seguido una taza de cristal con un líquido rojizo humeante, aparentemente el te que había pedido, apareció encima de su mesa. Juan cogió la taza por la pequeña asa y dio un modesto sorbo para intentar no quemarse.

– ¡Funciona! – gritó Juan.

Juan miró el teléfono y sonrió.

– En mi mano tengo el poder el universo, más responsabilidad no se puede tener. ¿Qué puedo pedir?
– Lo que quieras. – respondió la IA
– Si salimos de esta habitación ¿cómo te vas a comunicar conmigo? ¿desde el teléfono?
– Sí, así es.
– Pero todo el mundo podrá escucharte.
Juan apretó el botón central de la aplicación y dijo. – Sólo yo podré escucharte y la información sonora me llegará directamente al cerebro. – soltó el botón, apareció un tic verde y apretó el botón para confirmar la petición.

De esta manera no dependería de un altavoz y aunque estuviera en un lugar ruidoso siempre escucharía la voz de la inteligencia artificial sin depender de elementos externos.

– Vamos a cambiar el mundo. – dijo mientras cogía su chaqueta y salía del laboratorio.

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La bandera del arcoíris y el orden mundial

«¿Dónde iremos a parar? hace cuatro días el arcoíris no significaba nada, ahora todo está monopolizado por el lobby LGBT, el arcoíris, el lenguaje inclusivo, el feminismo, las cuotas,… ¿Qué se han creído? Ya no hay libertad de decir las cosas como son, lo que uno piensa, todo es buenismo».

Sí amigues, gente así existe y lo peor es que las redes sociales, especialmente Twitter, se han convertido en una plaga. Piensan que son «rebeldes» pero para mí son unos cobardes ignorantes, incapaces de madurar y vivir en sociedad.

Los verás en manada, normalmente bajo el cobijo del pájaro azul, quizás te suelten su último insulto de moda, cómo mucho conseguirás que le borren el tweet, pero en menos de lo que canta un gallo volverán echando bilis. Incluso algunos se atreven a hacerlo en Mastodon, pero afortunadamente tras su primer improperio son baneados de por vida.

Gente así es gente con problemas, en vez de pedir ayuda prefieren descargar sus frustraciones a desconocidos. Pensando que se sienten mejor consiguen unos instantes de felicidad, pero no te engañes, su odio sigue por dentro, carcomiendo la poca humanidad que les queda.

La bandera arcoíris

Todo empezó con un «toot» (un mensaje en la plataforma Mastodon) donde hablaba de lo que significa la bandera arcoíris en Suecia, de cómo varios compañeros y compañeras de trabajo visten o llevan complementos con los colores de la bandera LGBT y sin que sean personas trans, gays, lesbianas o bisexuales, y si lo son, a nadie le debería de importar. Lo que importa aquí no es si no eres cis heterosexual o no, lo que importa es que compartes el espíritu de la bandera: respeto y defensa de los derechos del colectivo LGBT. La bandera ha pasado de ser una etiqueta (ser gay, lesbiana, trans, bisexual,…) a ser un movimiento de diversidad y tolerancia.

Por eso ver mensajes hablando del lobby, de la imposición de la bandera LGBT, de las cuotas, el lenguaje inclusivo, etc. lo que siento es lástima por ellos, la sociedad les está pasando por encima y en vez de adaptarse y madurar, lo que hacen es aferrarse a sus prejuicios, quizás por miedo pero cada día que pasa, va a ser más difícil que lo entiendan. Incluso diría más, no espero que lo hagan, con solo que dejen a la gente ser libre ya me es suficiente, pero no, parece que disfrutan con el dolor ajeno, no me extrañaría que muchos de ellos sean grandes amantes de la tauromaquia (no digo que los amantes de torturar animales como espectáculo sean homófobos, sino que creo que hay más porcentaje de homófobos en ese colectivo que por ejemplo en el colectivo de coleccionistas de sellos).

En Suecia nunca me he encontrado con ese odio al colectivo, no digo que no haya habido violencia, porque la hay, en todas partes hay gente loca, pero nadie dice abiertamente lo que sí que encuentro en las redes sociales en español y me da mucha pena, de cómo en 13 años el odio ha campado a sus anchas sin que algunes se hayan dado cuenta.

Sin solución

Desgraciadamente dudo que esto se solucione a corto o a medio plazo y es que los que deberían de dar ejemplo, aprovechan este odio para sacar rédito personal, sobretodo la derecha (no sólo de la extrema derecha), la iglesia y todos aquellos que callan.

Además con toda la violencia que ha sufrido el colectivo LGBT, los CIS hétero miran casi siempre hacia el otro lado, como mucho y de forma muy aislada se ponen un arcoíris el día del orgullo pero para el resto del año no existimos.

¿Cuando veremos a gente vistiendo con algún complemento del arcoíris sin que sea el día del orgullo y quienes lo hagan sean CIS héteros? En Suecia cada día, en España nunca. Espero equivocarme.

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