Llevo varios meses incluso diría años, no muchos, eso sí, con una premisa que se repite una y otra vez «ya no hay libertad de decir lo que queramos» o «ya no se pueden hacer los chistes que hacíamos antes», etc. etc. pero curiosamente lo que realmente quieren decir es «ya no puedo ofender a nadie sin salirme de rositas».

Antes se hacían chistes de «mariquitas» con total impunidad así cómo chistes machistas, racistas,… o simplemente comentarios «inocentes» y nadie decía nada porque si considerabas ofensivo un comentario, digamos en contra del colectivo LGBTQ+, luego te llamaban mariquita, así para evitar cualquier conflicto callabas, el graciosito de turno decía su burrada, te reías para que no te llamaran mariquita, nena, traidor o cualquier otro insulto y olvidabas lo que habías escuchado, pero esto afortunadamente ha cambiado.

La libertad de decir lo que uno quiera tiene su precio, el precio de que a quien no le ha gustado tus comentarios pueda responderte.

Por mucho que a algunos les pese, la libertad ya no está en el lado del acosador, la libertad está en ambos lados.

Ayer se publicó el último episodio de «Haciendo el Sueco Antología», el podcast donde recopilo números antiguos publicados desde febrero de 2005, dedicado a un viaje que realicé en 2016 a Londres para ver la película E.T. con la ejecución de la banda sonora en directo por la Royal Philharmonic Orchestra. Mientras me dirigía a la oficina en compañía de Rico, me di cuenta de varias cosas.

En primer lugar, que había olvidado completamente el contexto de ese viaje. Solo recordaba el concierto y poco más. Escuchar el podcast fue como realizar un viaje temporal hacia otros aspectos de esos días pasados.

En segundo lugar, al escuchar los últimos 12 minutos de la película y darme cuenta de la escasez de diálogos, donde todo el peso recae en el largo tema final compuesto por el incomparable John Williams.

En tercer lugar, noté los pequeños sollozos a mi alrededor y los míos propios en el momento de la despedida grabados en ese capítulo.

En cuarto lugar, mis ojos se humedecieron en el metro al escuchar esos momentos finales de la película, sin necesidad de ver ninguna imagen.

Y en quinto lugar, me di cuenta de que Rico es mi E.T. personal, mi compañero fiel, cuya amistad inseparable, repleta de amor incondicional, me hace sentir feliz. Llegará el día en que uno de los dos tendrá que partir antes, pero estoy seguro de que siempre nos tendremos el uno al otro, en el recuerdo y en todo lo que hemos creado juntos, como esta entrada que estás leyendo.

Que tengas un feliz día.